Páginas

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Grumos y lágrimas



Y de nuevo otra vez allí está. La culpabilidad reflejada en el espejo con forma de grasa, de sobrepeso. Apoya una mano en el  cristal y comienza a jadear, tratando de consumir todo con el oxígeno de sus pulmones. De repente, su habitación comienza a dar vueltas.  Roza con la yema de los dedos su tripa y grita. Desgarra toda la presión en un grito. Las lágrimas cargadas de furia e impotencia resbalan en su mentón, salpicando los peluches que ha tirado en un arranque de ira. No hay nadie en casa, su madre no llegará hasta las seis. El grito es ahogado solo para ser sustituido por otro aún mayor. Chilla. Las cuerdas vocales a punto de desgarrarse. Golpea el cristal del espejo y su propio reflejo tan obeso y amorfo, su físico antinatural. Vuelve a golpear su reflejo, esta vez con más potencia. Y así una y otra vez, sin dejar de gritar y llorar. A penas es consciente del dolor cuando las afiladas puntas de hielo se clavan en su piel, en su mano y todo empieza a dar vueltas. Adelgazar es lo único que importa ahora, lo único que ocupa su mente. Es lo único que tiene sentido ahora, como una droga firme y maravillosa. Ya no queda ningún reflejo que destrozar. Da un traspié hacia atrás, horripilada por sí misma. Los chillidos han cesado y el silencio es el peor de todos los dolores. Necesita un ruido, algo que la diga que está haciendo lo correcto. Echa a correr y cruza el pasillo enmoquetado con cuadros enmarcados de ella con una oca en su sexto cumpleaños.
Enciende la luz. Entra en el baño. Traspié. Traspié. Cae al suelo de rodillas, delante del único objeto que parece comprender la presión de su pecho. Dedos en la garganta. Encuentra el punto blando y húmedo al fondo del paladar y presiona. Vomita sus miedos, su inseguridad, su tristeza. Vomita la maravillosa droga que lleva dentro en forma de grumos y amarillentos tropezones amargos y en su único amigo cae todo eso, acompañado de lágrimas que aún continúan cayendo.
Las arcadas prosiguen y un cuerpo esquelético, pálido y comido hasta el corazón sigue devolviendo sus penas a la tubería.

3 comentarios:

  1. Es increíble, de verdad. Me encanta como escribes, sigue así y llegarás muy lejos.

    ResponderEliminar
  2. Impresionante, me ha encantado tu gran talento para la escritura! Saludos desde Guatemala!! Xd

    ResponderEliminar
  3. Dios, Maria. Sin palabras. (soy la del intercambio)

    ResponderEliminar

Gracias por tu comentario