Y de nuevo otra vez allí está. La culpabilidad reflejada en
el espejo con forma de grasa, de sobrepeso. Apoya una mano en el cristal y comienza a jadear, tratando de
consumir todo con el oxígeno de sus pulmones. De repente, su habitación comienza
a dar vueltas. Roza con la yema de los
dedos su tripa y grita. Desgarra toda la presión en un grito. Las lágrimas
cargadas de furia e impotencia resbalan en su mentón, salpicando los peluches
que ha tirado en un arranque de ira. No hay nadie en casa, su madre no llegará
hasta las seis. El grito es ahogado solo para ser sustituido por otro aún
mayor. Chilla. Las cuerdas vocales a punto de desgarrarse. Golpea el cristal
del espejo y su propio reflejo tan obeso y amorfo, su físico antinatural. Vuelve
a golpear su reflejo, esta vez con más potencia. Y así una y otra vez, sin
dejar de gritar y llorar. A penas es consciente del dolor cuando las afiladas
puntas de hielo se clavan en su piel, en su mano y todo empieza a dar vueltas.
Adelgazar es lo único que importa ahora, lo único que ocupa su mente. Es lo
único que tiene sentido ahora, como una droga firme y maravillosa. Ya no queda
ningún reflejo que destrozar. Da un traspié hacia atrás, horripilada por sí
misma. Los chillidos han cesado y el silencio es el peor de todos los dolores.
Necesita un ruido, algo que la diga que está haciendo lo correcto. Echa a
correr y cruza el pasillo enmoquetado con cuadros enmarcados de ella con una
oca en su sexto cumpleaños.
Enciende la luz. Entra en el baño. Traspié. Traspié. Cae al
suelo de rodillas, delante del único objeto que parece comprender la presión de
su pecho. Dedos en la garganta. Encuentra el punto blando y húmedo al fondo del
paladar y presiona. Vomita sus miedos, su inseguridad, su tristeza. Vomita la maravillosa
droga que lleva dentro en forma de grumos y amarillentos tropezones amargos y
en su único amigo cae todo eso, acompañado de lágrimas que aún continúan
cayendo.
Las arcadas prosiguen y un cuerpo esquelético, pálido y
comido hasta el corazón sigue devolviendo sus penas a la tubería.
Es increíble, de verdad. Me encanta como escribes, sigue así y llegarás muy lejos.
ResponderEliminarImpresionante, me ha encantado tu gran talento para la escritura! Saludos desde Guatemala!! Xd
ResponderEliminarDios, Maria. Sin palabras. (soy la del intercambio)
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