Por miedo talan arboles.
Por miedo a que sus ramas crezcan
y se enreden en las nubes.
Por miedo a que rasquen el cielo,
amputan sus ramas.
Y los pájaros y sus plumas
no tienen madera en la que dormir,
se arrullan nanas,
se abrigan con el alba.
Aquellos altos bosques
en los que se solían hundir,
son ahora ejércitos
de marines rapados,
desnudos, ordenados.
Por miedo a que vivan,
por miedo,
los queman.
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